
Para concretizarse, nuestros sueños, deseos o propósitos deben siempre transformarse en objetivos concretos y específicos.
Y es que sin objetivos – y aunque tengamos una clara Visión de lo que queremos lograr in fine – carecemos de puntos de referencia, no sabemos a qué vamos exactamente y qué pasos concretos seguir para lograrlo, por lo cual tendemos a cambiar de orientación a cada rato. Es más, llegan momentos en que sin objetivos claros (lo que incluye necesariamente estrategias y plan de acción), terminamos dando vueltas en círculos y permitiendo que nuestras circunstancias y nuestros estados de ánimo nos gobiernen por completo.
No solamente perdemos el foco sino que también agotamos por completo nuestras reservas de energía y motivación
Es por esta razón que no logramos materializar nada de lo que “simplemente” deseamos o ambicionamos porque un propósito como tal está en gran parte desvinculado de quien somos y del contexto real en el cual evolucionamos. Cualquier otra persona, en cualquier otra situación, podría en efecto formular exactamente lo mismo que nosotros:
- este año quiero que mi negocio crezca y prospere
- ahora sí voy a perder 5 kilos
- quiero irme de viaje durante 6 meses
Sin embargo, ni la situación inicial ni la situación deseada pueden ser similares de una persona a otra. Cada una tiene sus peculiaridades y esto es exactamente lo que un objetivo, formulado como tal, te obliga a tomar en cuenta.
Cuando en cambio nos tomamos la molestia de transformar nuestros propósitos en verdaderos objetivos, nos aseguramos de anclarlos en el mundo real y de contextualizarlos, lo que nos permite tender una especie de hilo entre nosotros y nuestra meta. Podemos entonces visualizar con claridad la diana que deseamos alcanzar y disparar nuestras flechas de manera segura y acertada.
Las 7 claves de un objetivo alcanzable
Para ser completamente operativo y alcanzable, un objetivo debe cumplir por lo menos con los 7 criterios siguientes (1).
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- ha de ser formulado positivamente y de manera muy específica, clara y precisa.
- su alcance ha de ser medible, de tal manera que puedas decir con seguridad, en su momento: ¡ya lo logré!
- ha de ser inscrito en un contexto específico (puedes decir qué, cómo, dónde, cuándo, con quién)
- ha de ser realista es decir que tomar en cuenta las limitaciones y los obstáculos que tendrás que enfrentar
- es 100% tu responsabilidad alcanzarlo: no puedes depender de terceros para llevarlo a cabo (lo que no significa que no puedes pedir ayuda en determinados momentos)
- ha de ser ecológico, es decir tomar en cuenta y respetar tu equilibrio interno y externo.
- ha de tener sentido para ti (ser congruente con tu identidad profunda y tu propósito de vida)
Si te fijas, un buen objetivo requiere de ti una importante dosis de autoconocimiento, sobre todo a la hora de determinar los puntos 4, 6 y 7 ya que son una invitación a que seas consciente por lo menos de tus necesidades, de tus creencias, de tus valores, de tus límites así como de tu propósito muy particular.
Es la razón por la cual todas las personas que quieren asegurarse de alcanzar sus objetivos – como los deportistas o los empresarios – contratan a un coach personal
De propósito a objetivo: cuestionario
Para ayudarte a cumplir con estos requisitos y aumentar tus posibilidades de alcanzar tu objetivo, te invito a pasarlo por el filtro siguiente:
1 – ¿Qué es exactamente lo que quiero lograr, cambiar, alcanzar?
El contestar a esta primera pregunta te permite dejar atrás lo que ya no quieres y enfocarte solamente en lo que sí deseas. Esto te ayudará a proyectarte a futuro y a formular tu objetivo de manera positiva: quiero…
2 – ¿Cómo sabré cuándo he logrado mi objetivo?
Identifica los criterios (hechos y sensaciones) que te indicarán que has alcanzado tu objetivo. Aprovecha para determinar también cuáles serán los primeros signos alentadores, los que te indicarán que estás en el camino correcto.
3 – ¿Qué me aportará el alcanzar este objetivo?
Esta pregunta tiene como objetivo enumerar los diferentes beneficios (más dinero, tiempo, salud, bienestar…) que esperas obtener al alcanzar tu objetivo, su valor agregado: esto te ayudará a sostener tus niveles de motivación.
4 – ¿Hay alguna desventaja o consecuencia negativa en alcanzar este objetivo? Y si es así, ¿cómo puedo evitarlos?
Aquí se trata para ti de evaluar con honestidad cuáles serán las consecuencias de tus acciones y del alcance de tu objetivo. Si no te convienen ni te gustan, tienes todavía tiempo para ajustar tu meta en alguno de sus componentes (darte más tiempo para alcanzarla por ejemplo).
5 – ¿Cuáles son los obstáculos, las dificultades y las resistencias que puedo encontrar para lograr este objetivo?
Esta pregunta es crucial: se trata de verificar el realismo de tu objetivo, no para desmotivarte sino, al contrario, para fortalecer al máximo tus oportunidades de éxito. Así que para sacarle provecho a esta pregunta, te toca ser incluso pesimista e investigar a detalle: ¿qué puede irme mal? ¿Qué puede bloquear mi progresión? ¿Qué eventos externos? ¿Qué mecanismos internos?
6 – ¿Qué recursos materiales, financieros, relacionales, técnicos y psicológicos necesito? ¿Qué recursos tengo ya? ¿Cuáles quedan por adquirir: ¿dónde encontrarlos? ¿Cómo? ¿Cuándo?
Ya estás echando las bases de tu plan de acción y de las estrategias que vas a tener que implementar. Esto te permite evaluar nuevamente qué tan realista es tu objetivo para eventualmente ajustarlo. También te permite ya enfocarte hacia la toma de acción.
7 – Cuáles son los pasos a seguir, las diferentes etapas que me llevarán a mi meta?
Se trata aquí de identificar las diferentes etapas que conformarán tu plan de acción. Cuanto más divides tu objetivo en pasos más pequeños (en objetivos intermediarios), más probabilidades tendrás de alcanzarlo rápida y fácilmente, sin tensiones ni estrés innecesarios.
8 – ¿Cuándo puedo alcanzar esta meta?
Es importante fijar la fecha exacta en la cual habrás alcanzado tu objetivo. Por otra parte, acuérdate de que no todas las metas son de corto plazo y que está bien tener también metas a 5 o 10 años. Aprende a evaluar con certeza si tu objetivo es a corto, mediano o largo plazo para no ponerle una fecha equivocada y generarte expectativas erróneas.
9 – ¿Con qué empiezo y cuándo? ¿Cuál va a ser mi primer paso?
Es hora de sacar la agenda y de planear todo a detalle. Estás listo/a para tomar acción pero no olvides que todo se logra dando un paso a la vez, con paciencia y constancia.
Muchas veces, las personas no alcanzan sus objetivos porque simple y sencillamente no tienen objetivos: tienen deseos, anhelos, sueños, aspiraciones, ambiciones, intenciones pero no objetivos; no tal y como los definimos en coaching.
Un objetivo coaching casi siempre es alcanzable (digo casi porque no se trata de una ciencia exacta; sin embargo, la tasa de éxito es alta) pero lo es por una razón muy sensible: coach y cliente le dedican el tiempo necesario (puede abarcar un tercio del proceso en sí) a la correcta definición y formulación del objetivo por el cual están colaborando.
Como siempre le digo a mis clientes, una vez fijado el objetivo, ya tienes hecho el 60% del trabajo. Los otros 20 consistirán en mantenerte en movimiento hasta alcanzarlo. Los 20 restantes en aprender a disfrutar el proceso y a reproducirlo a solas, cada vez que lo necesites, después de concluido el coaching.
Por supuesto, las cosas son mucho mas complejas pero así es como les doy a ver la importancia de este trabajo previo en torno al objetivo. Activar un plan de acción – con o sin un coach – sin tener claro a qué diana le estás apuntando, es como disparar flechas en el aire sin rumbo ni sentido. Puede ser divertido, agradable y se vale mientras sólo te importa disfrutar del momento presente; pero sí lo que quieres y necesitas ahora es alcanzar la diana sí o sí, asegúrate primero de saber exactamente dónde está y a qué se parece.
1 – Los coaches europeos manejamos poquito más de 12 en sesión.
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