El miedo, ese maestro

Isabelle Lecurou

   En primer lugar quiero dejar claro que sólo voy a hablar aquí del miedo que se manifiesta en el contexto de un proceso de desarrollo personal o profesional, ya sea durante un coaching, ya sea en el marco de un trabajo personal de desarrollo y autorrealización. 

   En este contexto, el miedo es un acompañante a menudo invasivo y generalmente lo percibimos como un obstáculo para nuestro progreso hacia el objetivo que queremos alcanzar. De hecho, si no aprendemos a usarlo a nuestro favor, puede llevarnos a la inmovilidad, a la resignación y por lo tanto a la frustración y la amargura.

    El miedo es el compañero de viaje de cualquiera que luche para hacer realidad sus sueños

   Frente a un tema tan vasto y fundamental, no pretendo ser exhaustiva. Mi objetivo en realidad es bastante diferente: convencerte de cambiar tu perspectiva y percepción de esta emoción, hacerte comprender lo útil que puede ser y mostrarte cómo convertirla en un gran aliado.

¿QUÉ ES EL MIEDO?

   El miedo es una emoción anticipatoria. Nos informa de un peligro potencial. Sin embargo, no es lo que sucede en el presente lo que representa un peligro, sino lo que podría suceder en un futuro más o menos cercano (unos pocos segundos, varios días, varios años). El miedo se desencadena por la percepción de un peligro potencial, no necesariamente real o incluso realista pero sí casi siempre vivido como ineluctable. La imaginación, el pensamiento o más bien nuestros pensamientos y creencias juegan un papel fundamental en la formación de esta percepción En otras palabras, cuando el miedo nos invade, lo primero que tenemos que trabajar son precisamente esos pensamientos y esas creencias.

¿DE QUÉ SIRVE EL MIEDO?

   El miedo nos pone frente a nosotros mismos, en la encrucijada de dos posibilidades: huir o luchar. Pero no lo hace en una situación cualquiera: el miedo se manifiesta, por el contrario, cuando el evento, la situación o el contexto que parece causarlo es importante para nosotros.

   No me da miedo escalar el Everest o competir en una carrera de Fórmula 1; no me espanta la idea de cruzar el Atlántico sola en un velero o la de hablar cara a cara con algún jefe de estado o con un empresario milionario. No le tengo miedo a todo esto porque me es – simple y sencillamente – indiferente, en el sentido de que no es parte, ni de cerca ni de lejos, de mi Proyecto de Vida. En cambio, el miedo puede ser un acompañante bastante molesto cuando estoy preparando una conferencia; puede angustiarme de más el lanzamiento de un nuevo programa en línea y seguramente me quedaría sin palabras si me fuera dado conversar con determinadas figuras del coaching o con cualquier escritor, intelectual o científico objeto de mi admiración. La razón de este miedo es muy sencilla: estas acciones o encuentros están completamente alineados con lo que a mi me hace crecer y realizarme, personal y profesionalmente, emocional e intelectualmente.

   Por lo tanto el miedo tiene un propósito magistral: nos dice que estamos en el camino correcto.

Tememos lo que se avecina cuando lo que se avecina es algo realmente importante para nosotros. En otras palabras, si tenemos miedo, es que todo está bien: estamos vivos y vamos con paso firme hacia al horizonte de nuestras infinitas posibilidades.

¿HUIR O LUCHAR?

   Volvamos a la encrucijada de la que te hablé anteriormente. Ante el miedo que nos invade, tenemos dos opciones – huir o luchar – y debemos tomar una decisión.

   Desgraciadamente, muy a menudo, nos sentimos bastante indefensos y sin recursos. Nos visualizamos a nosotros mismos frente a un obstáculo infranqueable y en consecuencia tendemos a huir, a retroceder o a quedarnos paralizados, convencidos de que no tenemos alternativa.

   Nuestros pensamientos y creencias ganaron la partida: nunca tendrás éxito, todo esto no es para ti, no eres capaz de hacerlo, y si no lo logras ¿que van a pensar tus padres, tus colegas, tu esposa, tu novio? Es por eso que los coaches los llamamos pensamientos o creencias limitantes porque esto es precisamente lo que hacen: limitan, bloquean, frustran nuestra capacidad de pensar y actuar y por lo tanto de crecer y desarrollarnos.

   Desgraciadamente ese miedo que nos paraliza y esos pensamientos que nos llevan a la inercia nos están impidiendo alcanzar un objetivo importante para nosotros, como hemos visto. Por lo tanto, huir, renunciar a alcanzar este objetivo tendrá inevitablemente un impacto negativo en nosotros, y no solamente en nuestro proceso de realización sino también y especialmente en nuestra autoestima.

   Así que te hago la pregunta: ¿huir es realmente una opción? ¡Por supuesto que no!

EL MIEDO, UNA MARAVILLOSA OPORTUNIDAD

   Puesto que el acontecimiento que nos genera miedo es importante para nosotros, nos debemos a nosotros mismos el concretizarlo. Pero para eso, obviamente, tenemos primero que superar nuestro miedo. ¿Cómo hacerlo?

   En primer lugar es preciso cambiar de enfoque y por lo tanto de vocabulario: en lugar de considerar el miedo como un obstáculo, considéralo un reto y en lugar de ver este reto como un problema, valóralo como una verdadera oportunidad … la oportunidad de actuar, de tomar decisiones, de desarrollar una estrategia, de activar tus recursos y de adquirir otros, de crecer en fin y de nutrir tu autoestima con el sentimiento de orgullo que siempre depara un desafío superado.

MIEDO=RETO=OPORTUNIDAD

   Cuando consideres tu miedo de esta manera, cambiarás el inmovilismo por la acción, el ruidoso desorden mental de tus pensamientos limitantes por la claridad constructiva de un pensamiento estratégico. Dejarás para siempre la estéril anticipación catastrofista y te centrarás exclusivamente en el aquí y ahora de la acción, recuperando de esta manera el control de tu viaje personal y aprendiendo a disfrutar al mismo tiempo – y sin temor – de los placeres de la incertidumbre.

   El miedo es por consiguiente un aliado fantástico en nuestro proceso de crecimiento: nos dice lo que es realmente importante para nosotros, nos informa de que estamos en el camino correcto y nos pone cara a cara con los desafíos que tenemos que enfrentar y superar si queremos realizarnos plenamente.

HERRAMIENTA PARA UN AUTO-COACHING

   Tienes en mente algún evento o proceso muy importante para ti (un lanzamiento, una conferencia, una competencia, un examen, una sesión de ventas, un curso, una reunión de networking, la salida de tu primera video, de tu primera masterclass…). Tiendes a anticiparlo con temor e imaginando por supuesto toda clase de catastrofes o impedimentos. He aquí tu plan de acción.

  1. Decreta – así sin más – que dicho evento será un éxito rotundo y visualízalo muy detalladamente desde esta perspectiva: ¿Qué estás viendo?¿Qué está pasando exactamente? ¿Qué piensas? ¿Cómo te sientes? ¿Qué te dice la gente? ¿Qué piensan y qué dicen de ti? Visualiza dicha escena con todo lujo de detalles.
  2. Pregúntate ahora cuál fue tu estrategia para hacer posible este éxito: ¿qué recursos – internos y externos – has activado y utilizado? ¿Qué recursos has adquirido, desarrollado, fortalecido? ¿Cómo lo hiciste? ¿Tuviste que seguir alguna formación, llevar a cabo algún entrenamiento?¿Lo hiciste solo, con un amigo, un familiar, un entrenador,  un coach, un colega? ¿Cuánto tiempo te hizo falta?¿Cuáles fueron las acciones más decisivas? ¿ Y cómo comenzaste? ¿Cuál fue tu primer paso?
  3. Pregúntate ahora: ¿cuáles fueron mis pensamientos durante todo el proceso de preparación y durante el mismo evento? ¿Cómo me alentaba a mi mismo, cómo sostenía mi motivación y la confianza en mi éxito? ¿Qué pensaba? ¿Qué creía? Haz una lista de estos pensamientos potenciadores (sustituyendo así tus pensamientos limitantes) y léela a diario en voz alta, después de hacer tu ejercicio de visualización.
  4. Regresemos al punto A es decir en la situación en la que te encuentras el día de hoy; para llegar al punto B – culminación exitosa del evento que estás anticipando – te toca utilizar o adquirir los recursos, implementar las acciones, llevar a cabo los aprendizajes y entrenamientos y sostenerte con los pensamientos que registraste en los puntos 2 y 3 de esta herramienta. Pónlos en orden y arma tu plan de acción.
  5. ¡Toma acción ya!

   Para concluir, recordemos que el miedo nos remite más que nada a nuestra necesidad de sentirnos seguros, protegidos y a salvo en determinadas circunstancias. Al implementar este plan de acción en 5 pasos es exactamente lo que estamos haciendo: brindarnos seguridad, confianza, control.

   De esta manera, nos auto-cuidamos doblemente. En efecto, nos aseguramos de alcanzar los objetivos que son importantes para nosotros, de ser exitosos en lo que realmente corresponde a ambiciones o aspiraciones nuestras pero además lo hacemos en un espacio de acción seguro, benévolo y afectuoso, donde el miedo se ha convertido en un aliado, un maestro, un verdadero coach interno, atento, amistoso y eminentemente estimulante.

____________

¿Quieres saber más sobre otras emociones como la alegría, la tristeza o la ira? Descubre cuál es su función y su mensaje aquí: Cómo interpretar nuestras emociones para actuar en beneficio de nuestro desarrollo personal

0 Comentarios

·

Deja un comentario

Deja un comentario