
Lo fascinante con las emociones es que siempre nos dicen con toda certeza lo que nos conviene hacer. En este sentido, y cualquiera que sea su naturaleza, son para nosotros un aliado invaluable y una guía tan prodigiosa como magistral (1).
Lejos de querer gestionarlas o controlarlas, debemos por lo tanto aprender a escucharlas y comprender su lenguaje. Así que en el artículo de hoy te comparto una pequeña guía explicativa de dicho lenguaje, esperando que de esta manera sabrás de ahora en adelante cómo utilizar su mensaje para orientar y fortalecer tu camino personal y dar cada vez más espacio en tu vida a lo que te conviene y te hace sentir bien.
Las emociones, un verdadero GPS interno (2)
Una emoción es la consecuencia de un estímulo interno o externo. Se considera que hay 4 emociones primarias, sencillas: alegría, miedo, ira y tristeza, las cuales sirven de base o apoyo para todas las emociones que continuamente animan nuestro estado de ánimo.
Todavía es bastante común considerar la emoción como un evento que de alguna manera interrumpe el buen funcionamiento de nuestro mecanismo, especialmente si se trata de las llamadas emociones negativas (que es un abuso del lenguaje), como la ira, la tristeza o el miedo. Sin embargo, la emoción es, por el contrario, una parte fundamental de este buen funcionamiento.
[Las emociones] son un poco como un sistema de orientación muy sofisticado que nos lleva a nuestro destino principal: la satisfacción de nuestras necesidades. (3)
Nuestras emociones nos informan continuamente sobre la situación en la que nos encontramos y sobre nuestro estado interno. Específicamente, nuestra vida emocional nos informa del efecto de los eventos así como de nuestras propias acciones y pensamientos sobre nuestro equilibrio interno y nos indica de esta manera si nuestras necesidades están o no cubiertas, satisfechas.
Por lo tanto, es fundamental estar atentos y receptivos al mensaje enviado por nuestras emociones, ya que nos dice claramente cuándo y sobre qué temas cuidarnos y trabajar de manera muy concreta y efectiva en beneficio de nuestro bienestar y de nuestro nuestro crecimiento y desarrollo (3). Aprendamos cómo descifrarlo para actuar en consecuencia.
Pequeña guía del lenguaje emocional
La alegría
La alegría expresa satisfacción. Puede ser profunda y silenciosa o al contrario muy intensa, dando lugar a mucha excitación o exaltación. Sea como sea, nos dice no solamente que se acaba de satisfacer una necesidad nuestra sino también cuál es la naturaleza y la intensidad de esta necesidad y es por eso que es particularmente útil para nosotros.
Y es que somos bastante ignorantes respecto a nuestro mapa personal en términos de alegría, placer y satisfacción. Por orta parte, tendemos muy facilmente a “comprar” alegrías y placeres que en realidad nos son ajenos y no corresponden a nuestras propias necesidades, valores y aspiraciones.
La pregunta sin embargo es extremadamente sencilla: ¿Qué es lo que me causa alegría? Esta semana por ejemplo ¿Qué me brindó alegría y una satisfacción plena?
Esto puede ir desde un simple aroma a la resolución de una ecuación muy complicada, desde los mensajes que intercambiaste con tu mejor amiga hasta los aplausos de la audiencia en tu último workshop, curso o conferencia, desde el sabor de una fruta fresca hasta la exitosa planificación, punto por punto, de tu nuevo gran proyecto profesional. Las fuentes de alegría son ilimitadas y muy personales: mientras algunas personas experimentan una intensa alegría al estar rodeadas por decenas y decenas de personas durante una tremenda fiesta, otras no lo disfrutan en absoluto y prefieren estar solas y leer en paz… Pero entendámonos bien: aquí nadie está equivocado y nadie tiene la razón. Si bien todos tenemos necesidades comunes (comer, dormir, sentirnos seguros, tener relaciones calurosas, sentirnos amados, realizarnos…), la manera en que las vamos respetando y nutriendo es como nosotros: única.
Tomar conciencia de cuáles son nuestras fuentes de alegría y asumir la responsabilidad de su satisfacción es por consiguiente un paso esencial en términos de autoconocimiento, desarrollo y crecimiento, tanto personal como profesional. Es por eso que te hago nuevamente la pregunta:
- ¿Qué te brinda alegría a ti? ¿Qué te llena? ¿Qué te satisface?
- ¿Qué puedes hacer para sentir más alegría en tu vida?
- ¿Qué necesidades fisiológicas, intelectuales, relacionales, espirituales… vas a procurar satisfacer cuanto antes para procurarte a ti mismo más alegría, placer y bienestar?
La tristeza
La tristeza da a conocer una carencia de naturaleza afectiva. Estamos tristes por la pérdida de una persona, un animal, un objeto que tiene un valor emocional para nosotros. Nos sentimos tristes también cuando perdemos una ocasión importante o cuando nos quitan “algo” que es valioso para nosotros. Nuestra tristeza revela entonces la presencia de una necesidad emocional.
En primer grado, la tristeza expresa la necesidad de ser consolado y confortado así que es necesario satisfacer esta necesidad primero que nada:
- ¿Sabes qué hacer o con quién hablar cuanto te sientes triste?
- ¿Eres capaz de brindarte a ti mismo apoyo, bienestar y alivio en esos momentos?
- ¿Eres consciente de lo que puede hacerte sentir mejor en estos momentos?
La tristeza tiene sus grados, como todas las emociones, de acuerdo con la necesidad emocional que la causa y con la antigüedad e intensidad de la misma. Por consiguiente, si ver una buena comedia comiendo palomitas y acompañado de un buen amigo o abrazado de tu pareja, puede ser más que suficiente en muchos casos, hay otras situaciones que requieren de ti una atención más específica y acciones de fuerte impacto. En estos casos, hazte un favor, pide ayuda profesional: la de un terapeuta, primero, para entender y atender tu dolor y tristeza; la de un coach, después, para cerrar este capítulo y activar tu nuevo camino personal, un camino placentero, exitoso y feliz.
Sea como sea, nunca debemos despreciar e ignorar las manifestaciones de nuestra tristeza sino más bien tratarnos con amabilidad y ternura, como lo haríamos con un niño pequeño. Una vez consolados, es importante que nos preguntemos a nosotros mismos:
- ¿Qué es lo que me hace falta?
- Y sobre todo ¿qué puedo hacer y qué debo hacer para curar y borrar esta carencia?
- ¿Cómo puedo satisfacer esta necesidad?
- ¿Lo lograré solo o sola o necesitaré ayuda?
- ¿Mis amigos y familiares sabrán exactamente cómo ayudarme a resolver esta situación o me conviene mejor/también apoyarme en la expertise de un profesional?
El miedo
El miedo es una emoción anticipatoria. Nos informa de un peligro potencial. Sin embargo, no es lo que sucede en el presente lo que representa un peligro, sino lo que podría suceder en un futuro más o menos cercano (unos pocos segundos, varios días, varios años). El miedo se desencadena por la percepción de un peligro potencial, no necesariamente real o incluso realista pero sí casi siempre vivido como ineluctable. La imaginación, el pensamiento o más bien nuestros pensamientos y creencias juegan un papel fundamental en la formación de esta percepción.
Porque lo cierto es que el evento predicho muchas veces ni ocurre ¿A qué se debe? En general, a que lo anticipado es en sí completamente improbable; otras veces, en que te es posible intervenir para controlar, minimizar o aniquilar completamente dicho “peligro”; y por lo general a que puedes cambiar los pensamientos y las creencias que te llevan a experimentar esos miedos, finalmente infundados o desproporcionados.
Todo esto se aprende y éste es también uno de los temas claves que tratamos en coaching ya que para muchos de nuestros clientes, el miedo es el principal obstáculo para alcanzar sus objetivos: miedo a no ser capaces de logralo, miedo a equivocarse, miedo a fracasar, miedo a decepcionar y – aunque no son conscientes de ello – miedo a lograrlo, a sobresalir y a tener éxito.
Lejos de ser nuestro enemigo, el miedo es un aliado incomparable cuando decidimos emprender un proceso de crecimiento y desarrollo personal. Es por eso por lo que le dediqué un artículo específico al cual puedes acceder aquí mismo: El miedo, ese maestro.
Para concluir, sin embargo, diremos que el miedo, más que el anuncio de un peligro, manifiesta finalmente, y sobre todo, una necesidad de seguridad, la necesidad de tranquilizarse. Por lo tanto, esta necesidad debe ser satisfecha:
- ¿En qué circunstancias no te sientes seguro?
- ¿Por qué no te sientes seguro en esta situación?
- ¿Qué vas a hacer, muy concretamente, para sentirte seguro de ahora en adelante en esta situación?
La ira
La ira es una emoción simple que refleja la insatisfacción de nuestra necesidad de ser respetados. Por lo tanto, es la manifestación más o menos aguda de la frustración que sentimos cuando no se satisface esta necesidad (no somos o no nos sentimos respetados, comprendidos) o cuando esta necesidad es burlada (entonces sentimos la necesidad de obtener justicia y reparación, de “ganar el caso”).
Sin embargo, la ira suele tener un doble mensaje ya que no solamente indica la insatisfacción en sí sino que también apunta a lo que consideramos como causante de esta insatisfacción. La ira, en efecto, siempre se experimenta con respecto a alguien o algo y consideramos ese alguien o algo un verdadero obstáculo para nuestro bienestar; un obstáculo que, de preferencia, ha de ser derribado.
Nuestros sentimientos y expresiones de ira son por lo tanto extremadamente valiosos en el contexto que nos interesa porque, por un lado, nos dicen que el equilibrio está roto en algún aspecto de nuestra vida y, por otro lado, nos preparan para el “ataque” es decir para la acción. Porque la ira es en verdad una movilización: nos proporciona la energía necesaria para superar el obstáculo que se nos presenta y para conquistar de esta manera lo que nos traerá la satisfacción deseada. En este sentido, la ira puede ser una emoción extremadamente útil en nuestra búsqueda del crecimiento y del logro, siempre que la usemos con honestidad y cuidado y no nos olvidemos de que si bien la ira es absolutamente legítima no lo son todas sus manifestaciones.
Por lo tanto, cuando experimentas ira o enojo, te conviene reflexionar y responder esas cinco preguntas:
- ¿En qué área de mi vida se rompió el equilibrio? En el ámbito familiar, amoroso, profesional, social, personal?
- ¿Cuál es en mi opinión la fuente, la causa de la frustración que genera en mí este sentimiento de enojo? ¿Se trata de una situación, una circunstancia, una persona?
- Siendo objetivo y honesto ¿qué tan cierto es que la causa de mi ira es esta circunstancia o persona?
- De no ser esto la causa ¿a qué se debe entonces mi frustración y ese sentimiento de no ser respetado?
- De ser efectivamente una circunstancia o una persona la causa de mi ira ¿cuál es mi grado de responsabilidad – en una escala de 1 a 10 – en el hecho de que va en contra de mi necesidad de ser respetado?
Este último punto es fundamental porque nos pone frente a nuestra responsabilidad con nosotros mismos: en primer lugar, la responsabilidad de respetarnos a nosotros mismos, de respetar nuestras necesidades, nuestros valores, nuestros deseos, nuestras aspiraciones, nuestras emociones; en segundo lugar, la responsabilidad de hacernos respetar, es decir, de establecer nuestros límites, de ser capaces de decir no, hasta aquí.
El buen manejo de la ira va de la mano con la actitud de asumir la responsabilidad de la propia vida. Cuando, por otro lado, consideramos a los demás (o a la vida misma) como responsables de garantizar nuestro bienestar, naturalmente nos sentimos inclinados a acusarlos de nuestras frustraciones. Por lo tanto, es incorrecto decir que la ira es “mala consejera” o que provoca enojo. Más bien son los bloqueos en el proceso emocional o los errores en la atribución de las responsabilidades de nuestra satisfacción lo que explica nuestros errores (4).
Las emociones son por lo tanto grandes aliados en nuestro deseo de crecer y realizarnos tanto personal como profesionalmente. Hemos hablado aquí solo de las cuatro emociones básicas pero imagina todo lo que podría revelarte sobre tu grado de bienestar, satisfacción y realización la observación de otras emociones como el aburrimiento, por ejemplo: detectar con precisión lo que te aburre (un hábito, una relación, un hobby, un proyecto, una colaboración, un cliente….) ¿no es la oportunidad de ponerle fin y sustituirlo por fuentes de alegría y placer?
Detectar, escuchar y comprender nuestras emociones es crucial y es sobre todo una ayuda invaluable. Entender su mensaje y actuar en consecuencia – ya sea para regular ya sea para transformar completamente una situación o un estado de ánimo – es una de las claves fundamentales para brindarte felicidad y bienestar, regular sabiamente tus niveles de energía, potenciar tu capacidad de acción y reflexión y aumentar tremendamente tu creatividad.
Así que en lugar de padecer altibajos emocionales y dejar que determinen tu calidad de vida y tu desempeño, aprende a bailar con tus emociones, a convertirlas en aliadas, consejeras, socias en toda regla de tu proyecto de vida y de tu emprendimiento.
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1 – Michelle Larivey, Guide des émotions ; Jean-Luc Avella Bagur et Stéphanie Plessis, “Processus de construction identitaire” in Devenir Coach Professionnel, Paris, 2014.
2 – La expresión es de Jean-Luc Avella Bagur et Stéphanie Plessis
3 – Michelle Larivey, Guide des émotions
4 -Michelle Larivey, Guide des émotions
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